Algo que se ve, no se ve
Algo que existe , no existe
Algo que pasó, no pasó
Las desmentidas provocan confusión
Amnesia
Y zombies.
Complejo de Casandra y pseudología fantástica:
Un día que Casandra - hija de los reyes de Troya: Hécuba y Príamo - se quedó dormida en el templo, apareció Apolo. Entusiasmado por ella, le prometió enseñarle el don de la profecía con la condición de que yaciera con él. Después de recibir el don, Casandra se arrepintió de lo convenido. Pero consintió en darle a Apolo el beso que le pedía. Él, maldiciéndola, le escupió en la boca. Ya que, una vez otorgado, ni siquiera un dios puede quitar el don regalado, él consiguió con su maldición que nadie creyera nunca las profecías de Casandra.
La psicoanalista junguiana Laurie Shapira compara a la histérica con Casandra. Como forma de enfrentarse con Apolo por los atropellos del dios hacia lo femenino, Casandra "primero obedecía y después renegaba". A través de su ambivalencia, expresaba el temor a ser una víctima más de las muchas otras mujeres maltratadas y abandonadas por el dios.
Así como no se tomaban como ciertas las proféticas palabras de Casandra, también se descree de las veraces denuncias que las Katharinas y las Rosalías hacen contra sus padres abusadores. Aunque Casandra hablara del futuro y las víctimas de abuso se refieran al pasado, en todos los casos el descreimiento lleva a la tragedia. Las criaturas abusadas denuncian, de una u otra manera, que los adultos les asesinan la infancia y que, como ellas no pueden confiar en los encargados de cuidarlas, el mundo se les derrumba. En los casos más leves desarrollarán una neurosis o síntomas psicosomáticos; en los más graves una psicosis.
Y tanto aquella niña que mi colega especializad* en niñ*s atiende, como la mujer a la que yo escucho, se sienten perdidas, confundidas, culpables; por eso, necesitan que se les recuerde una y otra vez cuánta fuerza vital tuvieron que movilizar para poder sobrevivir.
En la experiencia clínica con adultas se confirma lo que expresan todos los autores que trabajan este tema: habitualmente el abuso se comete dentro del ámbito familiar: padres, tíos, abuelos, hermanos mayores, un amigo de la familia. Tal vez sea porque aparece mayormente en el ámbito de la "sagrada familia" que el abuso, aunque es un delito, por temor o por desmentida en general no se denuncia.
Avatares de la memoria
Las personas que han estado expuestas a situaciones traumáticas pueden tener síntomas de disociación (sonambulismo, alteraciones de la memoria) y signos de stress postraumático (imágenes retrospectivas, alteraciones del sueño, pesadillas). También puede suceder que estas personas se replieguen y aíslen y/o que se depriman. A veces tienden a restarle importancia a las realidades dolorosas del presente o están como insensibles o con sentimientos de vacío.
Por otra parte, aunque el abuso haya sido aislado, se instala en el aparato psíquico con la fuerza de los que han sido reiterados, porque la víctima generalmente ha sufrido otros episodios de violencia: maltrato físico, psíquico y otras experiencias sexuales traumáticas muy comunes, sobre todo en la vida de las niñas: miradas obscenas, encuentros con exhibicionistas y frotters, etc.
En los adultos neuróticos, el abuso sexual sufrido en la infancia aparece, como antes dijimos, en síntomas y sueños, no solamente en relatos. En la psicosis el abuso o el maltrato aparecen disfrazados de delirios.
Otros síntomas o patologías que, a veces, denuncian al abuso, son dificultades para dormir, fobias, anorexia y bulimia, depresión, alcoholismo, drogadicción, disfunciones sexuales. Estos síntomas simbolizan un escudo que protege contra la violación, una frontera para impedir la invasión a la intimidad, invasión propia de toda violencia.
También es muy frecuente que se presente desconexión con los propios sentimientos o con sensaciones corporales: sentir que la mente se desprende del cuerpo, anestesiarse ante estímulos habitualmente dolorosos o ansiedades persecutorias que no siempre se corresponden con las situaciones vividas en el presente. Cuando se produce desconexión de las experiencias displacenteras, también hay un desensibilización en relación a las placenteras (anhedonismo).
Un relato en primera persona
Por resguardar su identidad, en general no se tiene la ocasión de poder citar textualmente el relato de una sobreviviente hecho en primera persona y confesando su nombre verdadero. En esta ocasión, sin embargo, me animo a hacerlo, en tanto la autora de estas palabras, Virginia Wolf , autorizó que fueran publicadas luego que ella muriese: “Recuerdo el contacto de su mano debajo de mis ropas, avanzando firme y decidida cada vez más abajo. Recuerdo que yo esperaba que se detuviese de una vez, que me iba poniendo más tensa, que me retorcía a medida que la mano iba aproximándose a mis partes más íntimas. Pero no se detuvo. Su mano exploró también mis partes más íntimas. Recuerdo que me sentí ofendida, que no me gustó. ¿Cuál es la palabra para un sentimiento tan callado y conflictivo?”
Con estas palabras la talentosa escritora inglesa describe el abuso sexual sufrido cuando tenía seis años. El abusador fue Gerald, su medio hermano, de diecisiete años, es decir once mayor que ella. Víctima de su antigua depresión, Virginia Wolf se suicidó en la primavera inglesa de 1941. Dos meses antes le escribía a otra amiga: “Todavía me estremezco de vergüenza al recordar a mi hermano... explorando mis partes más íntimas”.
Como toda herida, el abuso deja una cicatriz, que con sólo rozarla se vuelve otra vez dolorosa. Tal vez, como con los pacientes que sufrieron torturas, sólo debamos trabajar con los síntomas, respetando que necesiten silenciar el hecho traumático. Trabajar con ese síntoma y con los propios límites en cuanto a la posibilidad de conectarse con zonas muy dolorosas de su existencia, es una forma más que tendrá el paciente de poder adueñarse de su vida y de poder animarse a vivir de manera más plena.
"El niño no miente sin razón, y en general, se inclina más que los adultos hacia el amor por la verdad.(...) Liberado de su opresión, comunica a borbotones lo que es su verdad interior".
. Todos, psicoanalistas, abogados, pediatras, educadores, jueces, la comunidad toda, tendríamos que animarnos a creerle a la Neurótica de Freud. Así tal vez habría menos niños abusados y más sobrevivientes que se animarían a dejar el refugio, cárcel de su neurosis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario